Finalmente
el momento de la fiesta había llegado. El director estaba demasiado
entusiasmado para el gusto del secretario, aunque este tenía otras cosas
de las qué preocuparse en esos momentos. Los alumnos iban llegando,
siendo recibidos por algunos de los profesores. Entre ellos, los gemelos
y Haruhi. El vestido de la profesora quedaba demasiado bien con el
cuerpo de mujer adulta que poseía hoy
día. Se trataba de un vestido largo hasta las rodillas con un corte a la
altura del busto. El color rosa suave le daba cierto aire de niña, pero
con el sutil maquillaje, los zapatos y un pequeño adorno que llevaba en
el cabello, no cabía duda de que se trataba de una mujer.
Por
su parte, los hermanos llevaban cada uno un traje, el cual se amoldaba
perfectamente a su cuerpo. Hikaru vestía un saco color vino, una camisa
blanca con un moño y pantalones negros al igual que sus zapatos. Kaoru,
en cambio, estaba igual que el mayor, excepto que su saco era color azul
marino.
Ambos hombres se encontraban junto a su amiga de la secundaria, conversando mientras saludaban a los recién llegados.
-¿Alguno ha visto a Honey? –la castaña estaba algo preocupada de que el
pequeño rubio se hubiera quedado comiendo los bocadillos de la fiesta
en lugar de venir a recibir a los alumnos.
-Relájate, Mori se encargará de traerlo –canturreó el mayor de los gemelos.
-Además, aún están en horario
Justo en ese momento llegó Tamaki con cara de niño en navidad, tomando
la mano de la chica con una sonrisa casi más grande que su rostro. Su
traje blanco con detalles en dorado hacía resaltar aún más sus azulados
ojos.
-¡Haruhi! –el rubio parecía de nuevo aquel muchacho de
secundaria alta, tan alegre y risueño como siempre- Vamos a bailar por
todos los bailes que no pude invitarte cuando nos conocimos
-P-pero… Tamaki… Tenemos que recibir a los alumnos…
-Es verdad… ¡Hagamos como en los viejos tiempos!
-Pero señor –interrumpieron los hermanos al unísono- Haruhi ahora está vestida como mujer…
En el momento en que el director iba a proponer algo más, una carpeta
cubrió el rostro de este, apareciendo Kyouya a su lado con su suave
sonrisa.
-Deja de decir tonterías, Tamaki
-Kyouya senpai…
¿Sabes dónde están Honey y Mori? –la castaña seguía preocupada por ese
par, cosa que causó ternura en los pelirrojos.
-Ah... Ellos se están preparando para el espectáculo
Los cuatro amigos se miraron tratando de comprender mientras el de anteojos sonreía sutilmente como siempre.
Antes de que nadie pudiera preguntar nada, habiendo arribado y entrado
todos los alumnos, las luces se apagaron para dejar el escenario
iluminado. Allí, parados con sus trajes de artes marciales, estaban
Honey y Mori. Al parecer hacían una presentación sobre las técnicas que
sabían.
Al principio hicieron algunas demostraciones ellos dos hasta
que pidieron un voluntario. Justo en ese momento, ambos primos se
miraron para luego sonreír, señalando a Tamaki. El director se señaló un
instante antes de pasar al escenario
Mientras la demostración
seguía, Hikaru y Haruhi se reían de cómo su amigo de secundaria era
lanzado por los aires. Kaoru había salido al balcón para tomar algo de
aire, siendo seguido por el secretario de Ouran. El menor estaba tan
absorto en sus pensamientos que ni se percató de que le había seguido
hasta que escuchó una voz familiar.
-Hace cuánto no te veía así de solo…
-Supongo que necesitaba aire… -el pelirrojo ni se volteó para responderle, solo miraba a lo lejos.
-No te sale bien mentir, Hitachiin
En el momento en que su apellido fue nombrado por esa sensual voz, como
en los viejos tiempos, el menor sintió su cuerpo estremecerse como si
una corriente eléctrica le recorriera la espalda.
-Cállate, Kyouya… ¿Qué quieres aquí?
-Cuanto desprecio… Pareces tu hermano… Solo venía a ver como estabas
Tranquilamente el mayor se acercó para posarse en el barandal del
balcón, mirando al horizonte como el contrario. Kaoru le observó de
reojo, desviando la mirada en cuanto notó que el otro iba a mirarle,
sintiéndose incómodo y nervioso.
-Si buscas molestarme entonces prueba otro día, no estoy de humor
-Mm…
Habiendo pronunciado eso solamente, Kyouya decidió tomarle de la muñeca
para hacerle voltear, acorralándolo entre su cuerpo y el borde del
balcón. Con su mano libre tomó el mentón del menor, dejando su rostro
peligrosamente cerca del ajeno, apreciando sus ojos con su afilada
mirada.
Kaoru, por su parte, se había quedado duro por el repentino
accionar del otro, sintiendo la respiración impropia chocar contra sus
labios. Su cuerpo entero temblaba, presa de los nervios al igual que sus
manos, las cuales reaccionaban ante cada nuevo tacto.
-K-Kyouya… A-Aléjate –a pesar del temblor que dominaba sus extremidades, luchaba por soltarse del agarre.
-¿Por qué debería? Si tu rostro se ve tan lindo así… -poco a poco el
mayor iba acortando distancias entre ambos rostros. Kaoru aún trataba de
zafarse, aunque sus fuerzas habían cedido considerablemente, casi
entregándose a la situación.
Sin embargo, antes de que los
labios de ambos hicieran contacto, un estruendo pinchó la pequeña
burbuja que se había generado alrededor de ambos. Al observar el
causante de tal sonido, pudieron ver la espalda de Tamaki, resbalando
desde el medio del ventanal hasta abajo. El pelirrojo aprovechó el
desconcierto del de anteojos, dándole un pequeño empujón para así
soltarse finalmente, entrando nuevamente y a gran velocidad a la fiesta.
Kyouya, por su lado, observó el rubio resbalar hasta sentir el impulso
generado por el otro, volteando para ver como el profesor salía
corriendo. No trató de detenerle, sino que le dejó escapar. Puede que
aprovechara aquello luego, pero mientras tanto debía regresar para
seguir atendiendo todos los asuntos administrativos que esas veladas
llevaban.
El resto de la noche pasó sin mayores dificultades, siendo una fiesta muy animada en todos los aspectos.